La cultura uruguaya está impregnada de tradiciones que provienen de todos los rincones del planeta. Una larga historia de inmigrantes que llegaron a Uruguay con sus costumbres, historias y religiones le han dado una identidad propia al país. No es extraño, entonces, que ya desde hace años se haya incorporado al calendario la celebración de Halloween. El “Día de Brujas” se celebra cada 31 de octubre, como ocurre en buena parte del mundo. Así, se pueden ver niños disfrazados recorriendo casas, pidiendo dulces y golosinas; trabajadores que acuden a las oficinas vestidos completamente de negro (y algunos, incluso, con algún elemento más); comercios que adornan sus vidrieras; y hasta sitios turísticos que hacen promociones especiales.
Esta celebración de origen celta hace relativamente poco tiempo que se ha popularizado en Uruguay. Sin embargo, el interés por lo sobrenatural y una larga tradición de relatos ha dado origen a algunas leyendas que asustan hasta los más incrédulos.
“Voces anónimas” es un muy popular programa de televisión que ha recogido muchas de estas historias. Su creador, Guillermo Lockhart, ha publicado varias de ellas en libros de gran éxito. Descubramos algunas de estas historias.
Clarita – Quinta García de Zúñiga – Montevideo
Cuentan que cuando cae el sol en el interior de la vieja casona donde hoy funciona el Museo de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes” ocurren sucesos inexplicables. Entre otras cosas se escuchan ruidos en los pasillos y en el sótano, y se ven sombras que se mueven sigilosamente en el altillo. Muchos aseguran que se trata del fantasma de Clara García de Zúñiga o “Clarita”, como popularmente se la conoce, antigua dueña de la casa, protagonista de una de las leyendas urbanas preferidas de miles de uruguayos.
Dentro de las paredes de ese antiguo caserón que fue construido en el siglo XIX, se escribió una de las historias más crueles e injustas del Uruguay. Hoy, lo único que queda de ese oscuro pasado son los relatos de fantasmas que a diario se escriben en él y un cuadro, que es el centro de todas las miradas de los visitantes; el cuadro de “Clarita”.
Es indudable que entre los enigmas que ocurren en esa casona, se destacan aquellos que tienen que ver con el cuadro de Clarita, que se encuentra ubicado junto a la entrada y que fuera pintado por el propio Juan Manuel Blanes cuando ella tenía seis años de edad. Se dice que quien se para junto a él, tiene la sensación de que no está solo. Y también se asegura que los que lo muevan sufrirán algún tipo de accidente. Incluso ha llegado a decirse que los funcionarios del museo optaron por no tocarlo, porque cada vez que lo sacaban de su sitio, algo malo pasaba. Parece que el cuadro de Clarita quiere indicar que ese es su lugar: a la entrada, recibiendo a los visitantes. No hay que olvidar que esa casa era nada más ni nada menos que su propio hogar.
Pero lo que no mucha gente conoce es que en ese cuadro se esconde un secreto, que yace en la mirada de la niña. Cualquiera que lo haya visto de cerca habrá percibido que hay algo especial en los ojos de Clarita. Da la impresión de que, al pintar su rostro infantil, el talento de Blanes plasmó a la perfección la mezcla de emociones que siempre la acompañaron; la ira y la tristeza.
Aquellos que se fijen con detenimiento podrán descubrir un detalle sorprendente; el retrato de Clarita se encuentra formado por dos caras diferentes. Con mayor precisión, la cara de la niña que pintó Blanes está hecha con las mitades de dos rostros distintos. Una de las mitades de su cara, ubicada sobre el lado derecho, corresponde a una Clarita triste y con un gesto de cierta apatía; en cambio, la mitad izquierda, pertenece a un rostro enojado. Estas diferencias pueden apreciarse con claridad en las cejas, en el color de los ojos, negro el izquierdo y marrón claro o color miel el derecho, en la nariz y en la boca. Es admirable el recurso estético que Juan Manuel Blanes utilizó para pintar este retrato, ya que en él se resume a la perfección la vida de Clarita. La joven vivió y murió conjugando la tristeza y el rencor y la obra es un símbolo de esa dualidad. Lo interesante del secreto de las dos caras del cuadro de Clarita es que todos aquellos que quieran comprobarlo pueden acercarse al museo y sacarse la duda en persona.
La Llorona del Parque Rivera – Montevideo
El Parque Rivera es un gran pulmón de la capital uruguaya. Siete hectáreas arboladas, un lago en su corazón, niños que se divierten en sus juegos, gente que camina o hace ejercicio hacen que este predio se transforme en uno de los puntos elegidos por los montevideanos a la hora de distenderse un poco o disfrutar de un día al aire libre. Pero todos saben que este gran bosque también tiene su costado macabro, ya que, con la llegada de las primeras sombras de la noche, el sitio comienza a transformarse en un escenario escalofriante, pues muchos aseguran que es el hogar de La Llorona.
Según cuentan los vecinos del barrio, desde hace ya mucho tiempo, el escalofriante fantasma de una desventurada mujer, bajo la forma de un alma en pena, se deja percibir entre los árboles del parque Rivera, deambulando por ahí o emergiendo de las aguas del lago, llorando desconsoladamente.
Las descripciones físicas que hay sobre ella son más o menos unánimes. En términos generales, se trata del espectro de una mujer alta, extremadamente delgada, casi cadavérica en su flacura. Anda arropada con un vestido de color blanco, harapiento, salpicado con algunas manchas de barro del lugar. Luce una larga cabellera negra que le oculta gran parte de su rostro. Pero sin lugar a dudas, el más peculiar de los atributos de este fantasma es su llanto: un alarido agudo y quejumbroso que emite como manifestación de sus penurias y que, al escucharse a lo lejos en las noches serenas, pone los pelos de punta de sus ocasionales testigos.
La habitación 32 – Gran Hotel Concordia – Salto
El Hotel Concordia, que se encuentra ubicado sobre la calle Uruguay, en pleno corazón de la ciudad de Salto, es el hotel más antiguo del País. En este prestigioso hotel se hospedaron muchas personalidades de la época: políticos de los partidos tradicionales, artistas de primer nivel, acaudalados estancieros y poderosos empresarios. Hoy, a más de 150 años de su apertura, este lugar sigue adelante con sus actividades, recibiendo a una cantidad de turistas de todas partes del país, y del exterior también. No hace mucho tiempo, en el año 2005, el Hotel Concordia fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Pero a este hotel, al igual que a muchas construcciones antiguas, se lo relaciona con lo sobrenatural. Al parecer, una cantidad de testimonios y anécdotas sugieren que el Hotel Concordia está habitado por algunos fantasmas. Según cuenta Laura Rattin, una de las encargadas del Hotel Concordia, varios huéspedes pidieron para ser cambiados de habitación por algunas situaciones extrañas que vivieron dentro de las mismas.
Son varios los relatos inexplicables que giran en torno al hotel, pero hay una habitación, la 32, que es señalada como diferente a las demás. Se escuchan claramente ruidos de pasos que recorren la habitación de un lado a otro, y cuando van a ver quién es que está allí dentro, ingresan y en ese momento descubren que no hay nadie. Los funcionarios del hotel también cuentan que algunas veces, al pasar por la puerta de la habitación 32, se escuchan suaves murmullos de hombres… charlas bajitas e inentendibles, que luego, al abrir la puerta desaparecen como por arte de magia. Pero el encanto especial de ese cuarto misterioso del Hotel Concordia parece tener una explicación.
Sucede que el 23 de octubre de 1933, en la habitación número 32 del Hotel Concordia, se hospedó nada más ni nada menos que Carlos Gardel, quien vino a Salto acompañado de su orquesta para dar un gran Show en el Cine y Teatro Ariel. Según cuentan las voces anónimas salteñas, Carlos Gardel disfrutó muchísimo de aquella estadía en la ciudad. El recuerdo de aquella visita fue tan grato, que las autoridades del hotel decidieron dejarla tal cual quedó luego de la estadía del mago. Y así fue como la habitación 32 permaneció intacta hasta el año 1999, cuando se inauguró en ese mismo lugar un museo Gardeliano. Allí se pueden apreciar algunas pertenencias del zorzal criollo, u objetos relacionados a su carrera artística; por ejemplo, se puede ver un viejo un baúl en el que Carlos Gardel trasladaba su vestuario, una vieja victrola, algunos sombreros antiguos, una radio, discos de vinilo y fotografías, entre otras cosas.
Este museo gardeliano que hoy se encuentra en la habitación 32, es visitado por muchos turistas, y tanto ellos, como el personal del hotel, cuentan que allí suceden cosas muy extrañas; todos relacionan lo que sucede con el fantasma de Carlos Gardel. Esos murmullos que se escuchan, los pasos que lo recorren de lado a lado, son para muchos, manifestaciones del zorzal criollo. Algunos huéspedes, incluso, aseguran haber visto al mago sentado sobre la cama de la habitación 32, pero cuando volvieron para chequear aquella visión imposible, el cantante de tango ya no estaba.
Foto de portada: Pablo Sica
Nota: Debido a la emergencia sanitaria, muchas de estas actividades pueden estar afectadas en su normal funcionamiento, por lo que caso de querer visitar alguno de los sitios mencionados en esta nota, recomendamos primero contactarse con el lugar para informarse sobre horarios y protocolos.