Una buena parte del encanto del Uruguay está en su gente. En la sencillez de sus habitantes. A pesar de ser un país de escasa población en relación a sus vecinos, los uruguayos son conocidos en el mundo por la calidez de la bienvenida que brindan a los visitantes. Pero si esa es una cualidad de los pobladores del Uruguay en general, mucho más aún lo es de los habitantes del Uruguay profundo. En el extenso territorio del país se encuentran desperdigados decenas de pequeños pueblos con características propias. Localidades que en algunos casos apenas superan el centenar de habitantes, son poseedoras de historias y tradiciones de una riqueza inigualable. Precisamente para destacar esas características tan propias del Uruguay, el Ministerio de Turismo otorga desde 2013 el Premio Pueblos Turísticos.
Se trata de un reconocimiento a experiencias que, según explica el propio ministerio, busca “promover proyectos de desarrollo local que optimicen los atributos patrimoniales y ambientales propios de la localidad y su entorno inmediato”.
¿Cuáles han sido hasta ahora los seis pueblos distinguidos? Vamos a conocer estas localidades en el siguiente artículo, donde también te dejaremos enlaces a actividades que puedes realizar en sus entornos.
Conchillas
A medio camino entre Colonia del Sacramento y Carmelo, se encuentra esta localidad con un encanto muy especial. Su origen, asociado a la instalación de la compañía inglesa Walker & Co. que proveía de arena y piedra para la construcción del puerto de Buenos Aires a fines del Siglo XIX, es todavía evidente circulando por sus calles. Sus casas de paredes gruesas amarillas y blancas, y techos rojos a dos aguas es particularmente distintiva del tipo de construcciones que se encuentran aquí.
La tradición inglesa legada por aquel origen también le otorga una característica singular. Aquí se desarrolla ya desde hace varios años, un concurso de té que pone en relieve algunos aspectos de la cultura británica que se han mantenido.
“Encuentro Mágico con el pasado y el presente industrial de Conchillas” fue el proyecto que el Ministerio de Turismo premió en 2013. Con esta iniciativa, la población local buscaba acondicionar y poner en valor diversos lugares de interés histórico-patrimonial del pueblo.
Darse una vuelta por Conchillas es toda una experiencia. Conocer la Casa Evans, el viejo edificio del Hotel Conchillas y las construcciones centenarias que aún se mantienen realmente vale la pena.
Santa Catalina
Muchas localidades pequeñas del interior del Uruguay surgieron al paso de los trenes que hasta mediados del Siglo XX funcionaban como una de las formas más habituales de transporte de carga y pasajeros en el país. Santa Catalina, en el departamento de Soriano es uno de estos casos. La construcción de una estación en la línea que llegaba hasta la ciudad de Mercedes, dio origen a comienzos del siglo pasado a este pueblo que hoy cuenta con unos 1.000 habitantes.
Es precisamente esa estación del ferrocarril la protagonista de la distinción que en 2014 concedió el Ministerio de Turismo. Un grupo de pobladores se nucleó en torno a la idea de recuperar ese viejo edificio en el proyecto “Descubrí Santa Catalina”. Allí se instaló el “Centro Sobre Rieles”, desde donde algunos emprendedores locales ofrecen diversas experiencias. Desde la elaboración de queso artesanal hasta paseos a caballo y en bicicleta, o avistamiento de aves y reconocimiento de flora autóctona en una estancia cercana.
Santa Catalina está ubicada en el sureste del departamento de Soriano, en la Ruta 2, a medio camino entre Cardona y José Enrique Rodó.
Mal Abrigo
Mal Abrigo, en el departamento de San José, es otro de esos pueblos nacidos en torno a una estación de ferrocarril.
Los pobladores locales denominaron “Paraíso escondido” al proyecto que en 2015 fue reconocido por el Ministerio de Turismo. La iniciativa consistió en recuperar la antigua estación para ponerla a disposición de quienes disfrutan de estos espacios tan singulares. Hoy se pueden recorrer los andenes, la plataforma giratoria, el galpón de máquinas y el tanque de agua, entre otras instalaciones. También se instaló un museo ferroviario. Un paseo verdaderamente disfrutable que se transita en compañía de habitantes del pueblo que fueron funcionarios de AFE (la empresa estatal de ferrocarriles).
La experiencia en Mal Abrigo también incluye la visita a artesanos locales que trabajan en cerámica y textiles de distinto tipo.
Fuera del pueblo, pero a muy poca distancia, no te pierdas de las diversas actividades de ecoturismo que se pueden realizar en las Sierras de Mahoma y el mar de piedras que las caracteriza.
Cerro Chato
La localidad de Cerro Chato tiene una situación geográfica muy particular. Ubicada en la Ruta 7, a más de 250 km (155 millas) al noreste de Montevideo, está situada en el punto exacto en el que confluyen tres departamentos: Durazno, Treinta y Tres y Florida. Es por esta razón que, aunque es un solo pueblo, tres departamentos tienen jurisdicción sobre distintas áreas.
En 1927, un grupo de vecinos impulsó un plebiscito con la intención de definir de manera permanente a cuál de los tres departamentos pasarían a formar parte definitivamente. Las autoridades electorales de la época emitieron entonces una resolución en la que convocaban a todos los habitantes de Cerro Chato, sin distinción de sexo, a participar de aquella elección. Ocurrió así, entonces, que el 3 de julio de 1927 por primera vez en América del Sur, las mujeres sufragaron.
El recuerdo de ese hecho histórico es lo que el Ministerio de Turismo premió en 2016, con el proyecto “Viví el Uruguay profundo… donde las mujeres acuñaron la historia”.
A partir del apoyo otorgado, se recuperó la casona donde se llevó a cabo aquel acto eleccionario. El edificio fue construido entre 1924 y 1926 y declarado Patrimonio Histórico Departamental en 2013, pero se encontraba en muy mal estado. Hoy, completamente reciclado, se convirtió en un centro de visitantes con un espacio interpretativo, una cafetería y un sitio para la venta de productos locales y regionales.
Colonia Julia Arévalo
La propuesta de “La Julia” es disfrutar de la vida del campo, en un entorno inigualable de sierras y quebradas. Ubicada en el extremo sureste del departamento de Salto, en el norte del país, la Colonia Julia Arévalo, se ha preparado para recibir visitantes que quieran conocer cómo se vive en el interior profundo del Uruguay.
La iniciativa que fue reconocida por el Ministerio de Turismo en 2017 se denominó “La Julia, lucha, historia y naturaleza”. Los pobladores de esta pequeña colonia de productores agropecuarios y los vecinos de Puntas de Valentín, buscan así rescatar las tradiciones de la zona.
Entre las actividades que se proponen, ofrecen a los visitantes realizar avistamiento de flora y fauna, incluyendo especies en peligro de extinción como el venado de campo y el yacaré, así como la oportunidad de participar en tareas de campo, paseos en carro o degustar platos típicos.
Minas de Corrales
Algunos memoriosos cuentan que hasta hace pocas décadas, en el norte del país, cerca de la frontera con Brasil, se podía encontrar oro en las orillas de algunos arroyos. Hay quienes dicen incluso que aún hoy – si se tiene la suficiente paciencia y conocimientos – se puede hallar este metal precioso en esos lugares. Es que a fines del siglo XIX, una fuerte industria minera se instaló en la zona para extraer oro y plata del suelo uruguayo.
En 2018, el Ministerio de Turismo premió al proyecto “Minas de Corrales, un pueblo minero del siglo XIX” que busca, precisamente, recrear y poner en relieve la tradición minera de la región. La “Ruta del Oro” es un atractivo que merece ser recorrido. En torno a la localidad de Minas de Corrales, en el departamento de Rivera, pueden visitarse las minas que ya han sido abandonadas, las torres instaladas a comienzos del siglo pasado por donde circulaban los aerocarriles cargados de oro y hasta el museo en el que se conservan herramientas y otros materiales que se utilizaban para la extracción.
Y si te alejas solo unos pocos kilómetros también te encontrarás con algunos atractivos que completarán una experiencia enriquecedora. Por ejemplo, los restos de la Represa de Cuñapirú, la primera represa hidroeléctrica de América del Sur. O el Rincón de Tres Cerros y el Cerro Miriñaque, una serie de cerros chatos que dan a esa región, una fisonomía muy característica.
Más para descubrir
El Uruguay profundo y, en particular, estos pueblos turísticos han si retratados por diversos trabajos audiovisuales realizados por instituciones públicas uruguayas.
En los últimos años, el Ministerio de Turismo mostró así a las localidades de Conchillas, Santa Catalina, Mal Abrigo y Minas de Corrales.
En tanto, el canal público de la Intendencia de Montevideo, TV Ciudad, produjo en 2014, un informe sobre aquel plebiscito que se llevó a cabo en Cerro Chato donde las mujeres votaron por primera vez en la historia de América Latina. El Instituto Nacional de Colonización, por su parte, divulgó la experiencia que el grupo de vecinos de Colonia Julia de Arévalo y Puntas de Valentín, venía llevando a cabo con el proyecto “La Julia”.
Foto de portada: Puntas de Valentín (Ministerio de Turismo)
Sería conveniente mencionar en el artículo sobre Minas de Corrales, las explotaciones modernas de oro de 1996 a la fecha. Es interesante ver, aunque sea desde afuera, la planta procesadora de mineral aurífero y las instalaciones de las minas.
Sería interesante lanzar el concurso “El pueblo más pintoresco”, o lo que sea, para estimular a sus pobladores a trabajar por mejorar y sumar a las propuestas turísticas. Les recomiendo ver “Le plus beau village de France” para tener ideas.
Entre ellos debe estar Garzón, un maravilloso pueblito del departamento de Maldonado.
Sería bueno integrar a esta lista a Paso del Parque del Dayman, por su gran historia. Allí se forjó la patria, con sus batallas. Tambien por la descendencia que dejó nuestro padre de la patria, José Gervasio Artigas.
Muy buena la propuesta de crear conocimiento sobre el Uruguay profundo como destino turístico y reconocerlo a nivel mundial.
Escuchando hoy En Perspectiva hablaron de Mal Abrigo, nombre que le puso Dámaso Antonio Larrañaga cuando, en su viaje a Paysandú para encontrarse con Artigas, pasó la noche en un rancho de esa zona. Parece que fue terrible su experiencia. De ahí, el nombre.
No me dejen afuera a Algorta, a 135 km de Paso de los Toros, por la vía ferrea, y 70 km de PaysandÚ, ramal férreo a Fray Bentos. Está a 18 km al Suroeste de Guichón por ruta 25, 45 km al Norte de Young por ruta 25 y 70 km al Este de Paysandú por ruta 90. Fue el primer pueblo que en el que un artista pintó casas, como en 25 de Agosto, Florida. Llegó a tener el aserradero más moderno y computarizado de Sudamérica. El equipo de fútbol ya tiene cuatro campeonatos consecutivos de la Liga de Guichón y va por el quinto.
También San Gregorio de Polanco merece un lugar en esta reseña. Preciosa “península dorada” donde las casas tienen pinturas en sus fachadas que la hacen muy interesante, ¡además de sus 3 km de playa!
A Colonia Julia Arévalo, no la conocía. Mi esposo era gerente del Banco República y lo mandaban a hacer suplencias a todos los pueblos que tenían Banco. Y yo iba con él. Eso fue hasta que lo nombraron en la ciudad de Libertad, en San José. Ahora Dios se lo llevó. Pero eso es otra historia…
No se puede, opino yo, dejar fuera a Villa Soriano.
Villa Soriano, donde nació la Patria, debería estar en primer lugar.
Hay mucho para recorrer para quien le gusta, poco promocionados. Algunos (la mayoría) en terrenos privados.